26 abril 2008

Tengo miedo

Lo siguiente pretendía, en su tiempo, ser una carta de amor o algo parecido. Ni un ademán. Escrito para él por ahí por mayo o julio de 2006. Ignoraba en ese tiempo que el miedo era algo sublime, que la muerte es más que estética y el dolor otra muerte tan profunda que se parece a la vida.



Tengo miedo de morir de la forma que más temo. Tengo miedo de que esa fobia tan ilógica se justifique en un presentimiento de mi muerte.
Tengo miedo de morirme antes de cumplir mis sueños, de que se me haga tarde demasiado pronto, de haberme exigido demasiado. Miedo de morirme ahora o mañana, tal vez pasado no importe.
Tengo miedo de no ser lo que creo ser, de haberme inventado para aceptarme.
Tengo miedo, terror, a la muerte de alguien de mi familia: a la ausencia de Joel, a que me falte mi mamá, a que mis hermanos tengan que sufrir.
Tengo miedo, a veces, a la soledad de la calle, sea de día o de noche, normalmente me toca de noche y a veces me da miedo.
Tengo miedo a que se me acaben las letras, la inspiración, la motivación, las ganas, el desahogo, el desasosiego, la mentira impulsiva, la verdad implícita.
Tengo miedo a sentir vergüenza algún día de mi gusto por Joaquín Sabina y Chavela Vargas.
Tengo miedo a que el arte se convierta en algo que odie.
Tengo miedo a no comportarme con dignidad ante el miedo.
Me da miedo prender la televisión y cambiar de canal, no te niego que a veces escondo la cara bajo la almohada, aunque lo que finalmente muestren sea una publicidad de Nestlé.
Tengo miedo que un día no me contestes el teléfono porque no quieras, porque no puedas o porque no alcances, esta última porque me voy a imaginar muchas cosas, me dará pena y terminaré llorando. Con las dos primeras también terminaré llorando, pero se justifica.
Tengo miedo a que lo nuestro se acabe cuando aún queden cosas por sentir, miedo a perderte, a nunca más despertar contigo.
Tengo miedo a que haya otra dictadura militar.
Tengo miedo a que mi mamá no vuelva a ver.
Y tengo miedo a que me pase lo mismo, físicamente podría soportar otras cosas, ser sorda, muda e incluso tal vez eso que ya sabes, pero que no me falten las manos para escribir, ni los ojos para leer, porque dejaría de ser yo.
Tengo miedo a no estar viviendo mi vida ni siguiendo mi camino.
A equivocarme de camino.