14 enero 2009

Terminemos con las Obras Maestras

Terminemos con las Obras Maestras



¿Quién es?
¿De dónde vengo?
Soy Antonin Artaud
y que lo diga
como sé la declaración inmediatamente
verán mi cuerpo actual
volar en resplandores
y recogerse
bajo diez mil de aspectos notorios
un nuevo cuerpo
dónde no podrán
más nunca olvidarme.


“Que los poetas muertos dejen lugar a los otros” (El Teatro y la Cultura), es una de las tantas propuestas que Antonin Artaud, escritor, dramaturgo, actor y ensayista francés, hace acerca no sólo de la literatura, sino de todo lo relacionado con el arte y, especialmente, el teatro. Artaud rechaza las obras snob y elitistas, planteando que éstas deben llegar y ser entendidas por el vulgo.
Antonin Artaud es autor de una vasta obra que abarca la mayoría de los géneros literarios, utilizándolos como camino hacia un arte absoluto y total. Sin embargo es más conocido como el autor del Teatro de la Crueldad, noción que ha ejercido una gran influencia en la historia del teatro mundial.
En este aspecto, Artaud propone dejar de admirar las obras maestras sólo por una presión social-cultural-intelectual o su aspecto esteta, enfatizando que éstas sólo pertenecen a una clase elitista que poco sabe del arte real y más de apariencias artísticas.
“Debemos terminar con esa idea de las obras maestras reservadas a una supuesta elite, y que la multitud no comprende, y debemos decir que no hay para el espíritu barrios reservados como ocurre para las relaciones sexuales clandestinas” (Terminemos con las Obras Maestras, El Teatro de la Cultura).
“Las obras maestras del pasado son buenas para el pasado: no son buenas para nosotros. Nosotros tenemos derecho a decir lo que ya ha sido dicho y lo que no ha sido dicho de una manera que nos pertenece, una manera inmediata, directa, que responda a las maneras de sentir actuales, y que todo el mundo pueda comprender.
El idiota reprocha al vulgo acusándolo de no tener sentido de lo sublime, cuando lo sublime se confunde con una de sus manifestaciones formales, que por otro lado son manifestaciones muertas. Y si, por ejemplo, en la actualidad el vulgo no comprende Edipo Rey, me atrevería a decir que la culpa es de Edipo Rey, y no del vulgo.
… ese conformismo que nos hace confundir lo sublime, las ideas, las cosas con las formas que han tomado a través del tiempo y de nosotros mismos… en nuestra mentalidad de snob, de preciosistas, de estetas, y que el público ya no comprende”.
Claro, esto mismo se fundamente precisamente en el título de una de las obras más conocidas de Antonin Artaud, “El Teatro y su Doble”. ¿Cuál es el doble del teatro, según Artaud? El público mismo. Para este autor, no se debe colocar la obra de un lado y el público del otro, casi como entes antagónicos, sino hacer del público una extensión de la obra, de la vida misma, una parte activa de ésta que no se limite ni se cierre en ciertos grupos de entendidos. Un teatro democratizado, una cultura politizada, una literatura basada en la teoría del lector.
En contraposición a Shakespeare, Artaud rechaza rotundamente la inmiscusión de la psicología en el arte, acusándolo de contaminar la obra en sí, dejando que todo misterio sea revelado mediante esta ciencia, matando de a poco la esencia de la obra. “Me parece que el teatro, y nosotros mismos, debemos terminar con la psicología”, plantea Artaud.
Por otra parte, el escritor también quiere que se le dé importancia a todo lo que comunica dentro de la obra, que no es exactamente el lenguaje o el texto (de hecho Artaud quiere asesinar el texto porque dice que limita la vida misma), sino más bien a todo lo despojado del lenguaje fonético, que enuncia y comunica. A esto le llama “sombras”. Las sombras son para Artaud símbolos multisignificativos, que están insertos implícita e inevitablemente en una obra. “Tanto para el teatro como para la cultura, queda abierta la cuestión de nombrar y dirigir las sombras: y el teatro, que no se fija en el lenguaje ni en las formas, destruye por ese hecho las falsas sombras, pero prepara el camino para otro nacimiento de sombras en torno de las cuales se congrega el verdadero espectáculo de la vida. Destruir el lenguaje para tocar la vida es hacer o rehacer el teatro, y lo importante es no creer que ese acto debe seguir siendo sagrado, es decir, reservado. Lo importante es creer que cualquiera puede hacerlo, y que hace falta una preparación”.
Pese a esto, actualmente se sigue viendo la preferencia por las llamadas obras maestras del pasado, porque si son obras maestras quiere decir que trascienden en época, cultura y tendencias. Se llenan estantes y salas de colecciones con obras de antiguos creadores que pasan a la historia y que sólo pueden pertenecer a la clase elitista que Artaud tanto reprochaba, sin dejar espacio a los nuevos pintores, escritores, dramaturgos o pensadores. Habría que analizar si no es que el mismo Antonin Artaud, debido a la importancia de sus palabras, no se ha convertido también en un gusto snob de los delicados paladares intelectuales.

Citas de Artaud

Ø “Defender una cultura cuya existencia jamás ha salvado a un hombre de la preocupación de vivir mejor o de no tener hambre, no me parece tan urgente como extraer de la llamada cultura ideas de una fuerza viviente idéntica a la del hambre”.

Ø “Juzgamos a alguien civilizado según el modo en que se comporta, y piensa como se comporta; pero ya en la palabra civilización aparece la confusión: para todo el mundo, alguien civilizado y cultivado es un hombre modelado en base a sistemas, que piensa en sistemas, en formas, en signos, en representaciones. Es un monstruo que ha desarrollado hasta el absurdo esa facultad que tenemos de derivar pensamientos de nuestros actos, en vez de identificar nuestros actos con nuestros pensamientos”.

Ø “Los dioses que duermen en los museos: el dios del Fuego con su pebetero que recuerda al trípode de la Inquisición; Tlaloc, uno de los múltiples dioses del Agua, con su muralla de granito verde; la Diosa Madre de las Aguas; la Diosa Madre de las Flores; la expresión inmutable y que suena, bajo varias capas de agua, de la Diosa del vestido verde jade; la expresión arrobada y dichosa, el rostro crepitante de aromas, donde los átomos del sol rebotan, de la Diosa Madre de las Flores; esa especie de servidumbre obligada de un mundo donde la piedra se anima porque ha estado trabajada como se debe, el mundo de los civilizados orgánicos, quiero decir en el que los órganos vitales también salen de su reposo, ese mundo humano entre nosotros, que participa de la danza de los dioses, sin volverse ni mirar atrás, bajo la pena de convertirse, como nosotros mismos, en estériles estatuas de sal”.

Ø “Es duro cuando todo nos impulsa a dormir, mirando con ojos pegados y conscientes, a despertarnos y mirar como en sueños, con ojos que ya no saben para qué sirven, y cuya mirada está vuelta hacia adentro. Es sí que la idea extraña de una acción desinteresada se produce, pero esa acción, de todos modos, es más violenta e invita a la tentación del reposo”.


Una Definición: Teatro de la Crueldad

El Primer Manifiesto del Teatro de la Crueldad se publica en el año 1932 en la revista "Nouvelle Reveu Francaise". La dirección de la revista estaba a cargo del poeta Paul Valéry, el escritor André Gide y Jean Paulhan. Precisamente en una carta dirigida a este último Artaud especifica el concepto de Crueldad:
"Querido J. Paulhan:
La crueldad es sobre todo necesidad y rigor. La decisión implacable e irreversible de transformar al hombre en un ser lúcido. De esta lucidez nace el nuevo teatro. Todo nacimiento implica también una muerte. Para dar origen a mi "crueldad" será necesario cometer un asesinato. Hay que asesinar al padre de la ineficacia en el teatro: el poder de la palabra y del texto. El texto es el dios todopoderoso que no le permite al verdadero teatro nacer. Al atentar contra la palabra, atentamos contra nosotros mismos. Hasta ahora, es el lenguaje verbal aquello que nos permite comprender al mundo. Y lo comprendemos mal. Al asesinar al lenguaje verbal, estamos asesinando al padre de todas nuestras confusiones. Por fin seremos libres. Esto vale no sólo para el teatro. Seremos hombres libres en todo aspecto de nuestra vida.
Antonin Artaud"

“Teatro de la Crueldad quiere decir teatro difícil y cruel, en primer lugar para mí mismo”.
“No creo que podamos reavivar el estado de cosas en el que vivimos y no creo que valga la pena fijarse en ese estado, sino que propongo algo para salir del marasmo en vez de continuar gimiendo por ese marasmo y por el tedio, la inercia y la necedad de todos”. (El Teatro y su Doble).

2 comentarios:

Mechi dijo...

Serás que siempre me ha gustado el teatro amateur, las plateas pequeñas y los actores que trabajan por puro gusto...

José Luis M. dijo...

Un alcance: las propuestas dramáticas han sido diseñadas desde tiempos muy préteritos, tal como ocurre en la poesía. Estos paradigmas psudo-estilísticos son mera teorizaciones que no conducen a algo concreto y esencialmente relevante que perdure y trascienda. Tal vez en un momento determinado de la Historia adquieran valor, cuyos aportes sean dignos de recibir 12.364 premios Nacionales e Internacionales (nada alejado de la actualidad y de todas las actualidades). No obstante estas contrubuciones pasan, afortunada o desgraciadamente, a ser material enciclopédico - blibliográfico - historiográfico. Sólo recuerda al trastonado y carnaza de Bertol Brech. Casi tan disímil como muy concordante con Artaud.

Otro alcance: espectáculo y espactador no son compatibles. Artaud y muchos otros, plantean la idea de concebir obra y público como manera de homogenizar la puesta en escena. Craso error. Hay que ser exigente es estas cuestioncitas. El público necesita contemplar algo de calidad y que no necesariamente se sienta identificado. Por consiguiente ello, a la larga, resulta incómodo como espina de sierra atravezada en la garganta.
Algo más patético: las performance de esa "Club de la Comedia" y esos programas gringos plus Obama. Eso es banalidad absoluta.

Últimas locuras: apruebo las posturas fumigantes de acabar con la señora Psicología y con el exterminio del cerdo Lenguaje.
La noción de incluir a la Psicología se ha dado prácticamente en todos los campos de la literatura. Sin embargo los intentos por desplegar circuitos de relación entre estas dos disciplinas, no han sido de las mejores. Quizás una obra literaria puede ser explicada a la luz de antecedentes Psicofisiológicos y que sin duda puede brindar información alentadora y resueltamente plausible. Pero desde allí basarnos desde una única postura y guiarnos por conductos "verdaderos" "objetivos" "científicos" "testeados" o "clínicos" podría ser una osadía innecesaria. "EL MODO DE OPERAR EN UN TEXTO LITERARIO, INDEPENDIENTEMENTE DE SU NATURALEZA, ES A TRAVÉS DE SU PRÁXIS, PUES SUS ESTRUCTURAS SON FINITAS Y ES EL LECTOR QUIEN DESTROZA, ARMA Y JUEGA DELIBERADAMENTE.
En suma: todo se reduce a un punto de vista subjetivo.

Por cuanto al lenguaje es apremiante hurgar por constituir un sistema que no se relacione con las palabras, sino que fuera con números, sonidos, etc. Eso sería ideal, pensando en que nuestro lenguaje es inadecuado e ineficaz. Imponer un lenguaje Universal tampoco sería la solución como quisieron hacerlo con las lenguas Esperanto y Volapuk a finales del siglo XIX. Tal vez sean los poetas que ya tienen confeccionado un lenguaje más apropiado: Ellos crean a partir de lo ya establecido y modifican lo arbitrariamente impuesto. Sin duda, abrá que esperar. AL fin y al cabo son máquinas de asedio en contrucción y destrucción escritural y/o abecedárico.

"En el teatro aprendí muchas habilidades y conocimientos incalificables, a pesar de ello, no quita de haber experimentado la otra cara de los actores, lo que ocurre fuera de las tablas: drogadictos, pichuleros, ancianas con sida y actores pervertidos" J.I.S.