20 marzo 2009

ese octubre

Era un octubre de junio, un octubre cerrado. Era un octubre con alambre púas, con palos afilados, con agüita de ruda. Era un octubre con dolores ficticios y sugestiones, con silencios y secretos atroces, con culpa e infierno, con nunca más volver a verlo. Y ella que ya lo había perdido todo, o eso era lo que pensaba. Y a ella que la felicidad se le cayó de seis metros y creyó que jamás pasaría algo peor.
Pero llegó octubre.
Era octubre con gusanos, con algo más fuerte que el mismo dios; era octubre y el peor de los pecados, octubre con su madre y sin su hermano.
Un octubre similar al de hace dos años, pero más truncado, más agónico, medio muerto, a un paso de no haber existido. Octubre sin él, a quien jamás volvería a ver. Era octubre con tres semanas y con sangre de por medio, de por miedo, mucho miedo.
Era un octubre con amenazas de cárcel e infierno, de fuego consumidor, con la amenaza de no volver a verlo y eso era lo peor.
Y ella soñó que serían tres y ella no quería. Y ella dijo irresponsable y ella dijo no has vivido. Y ella dijo tontorrona y ella dijo pobre madre. Y ella no dijo nada y ella dijo es mi hermana. Pero todos querían decir y octubre no permitía palabras, sólo cuatro pastillas y agüita de ruda. Mucha agüita de ruda. Y era octubre para ella sola, para su silencio, para su agonía, octubre con lágrimas fugaces y la voz de no tiene que importarnos, es sólo un gusano. Pero octubre se imponía con amenaza de desmayos, de cumpleaños-feliz, de una separación eterna, de nunca más volver a verlo.
Corre, toma café-con-coca-cola, toma agüita de ruda, agüita de perejil, o albahaca u orégano, corre mucho, con receta médica, un palo afilado amarrado a la pierna, tres pastillas. No, cuatro.
Pero octubre no esperaba la llegada de las manos, octubre no pensaba en los gusanos ni en el dolor ni en los seis metros. Octubre tenía tres semanas pero mañana sería un día más. Y qué sería de ella con sus líneas azul y roja. Pero no existía otro camino, se había borrado con los pies, lo habían borrado las huellas de sus propios pasos en un octubre anterior.

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