07 julio 2009

Todavía no has comenzado a pensar

Tú no cometiste tantos errores ni has cargado con culpas fundamentadas, nunca viste la calle en blanco y negro, nunca botaste de tus entrañas la vida ni la muerte, nunca mordiste tu labio inferior hasta sangrar (ni el mío), nunca viste marcharse tu sangre ni al cielo dividido en dos, nunca creíste en el infierno ni en algo superior a ti, nunca comiste barro servido en plato ni pan recogido del suelo… sea cual sea el sentido hacia el que te vuelvas.
Te sorprendiste porque estabas confundido y te angustiaste cuando viste la luz. Y tus palabras sonaron estancadas, hundidas, perdidas, ausentes. Tus palabras sonaron a despedida y para qué si ya te había ido, y para qué si nunca habías estado, y para qué si cuando noté tu presencia ya tratabas de ignorarme ¿O siempre lo habías hecho? (Sí y no) Pero nunca supiste frente a quién estabas; me reconociste hasta con ropa de seda, pero con mi atuendo real fuiste incapaz de mirarme. Saliste corriendo y no te has dado ni darás cuenta. Te hiciste vulnerable a tu asombro y te convertiste en víctima. Sufriste, no por mí (ni por ella ni él), sino por ese algo que no te dejó dormir, ni tocar, ni beber, ni entrar. Por eso que siempre ha tenido que ver sólo contigo… sea cual sea el sentido hacia el que te vuelvas.

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